Mediante esta pieza invito a las/los espectadoras/res a realizar un ejercicio de reflexión sobre el cuerpo humano como materia sensible. En este mundo material y materialista en el que vivimos, el cuerpo humano, nuestro particular y subjetivo cuerpo, continúa siendo la materia principal con la que percibimos y conocemos el mundo exterior. Quiero concienciar de su importancia como objeto meramente material, sobrepasando las barreras impuestas de manera política-social y conseguir liberar el cuerpo de prejuicios impuestos por la representación, debido a la imposibilidad de acceder a nuestra materialidad de manera directa, y hacerlo siempre mediante dispositivos representacionales.
La identidad a través de la representación
Desde este interior observo el mundo y es el mundo el que observa mi exterior. Construyo esta frontera entre mi yo y el otro a partir de la única manera de apre(h)enderme: La Representación. El problema de esta representación es que es completamente politizada. Por lo tanto, sólo puedo comunicarme con el otro, pasando por los discursos del Poder, con lo cual, mi subjetividad forma parte de la política dominante... (¡¿?!)
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